Heinrich Karl Fricke

Durante la Primera Guerra Mundial servía en la Marina Imperial, con el rango de teniente,[2]​ cuando le fue encomendada una misión confidencial por la que fue enviado a España, país que había declarado su neutralidad en el conflicto.

Las autoridades recurrieron al cónsul británico para interrogar al detenido, cuyo correcto dominio del inglés e interpretación como individuo simplón no disiparon totalmente las sospechas sobre su condición de espía, pero sí evitaron una acusación formal por parte del cónsul, de modo que este únicamente solicitó que el prisionero permaneciera bajo vigilancia en la base naval hasta el fin de la guerra.

Bajo su subterfugio norteamericano atrajo al diputado Ramón de Navia-Osorio y Castropol y lo convenció para que mediase por su liberación, que fue concedida a condición de residir en Cartagena mientras persistieran las hostilidades en Europa.

Explotando su éxito empresarial durante la década de 1920, penetró en los círculos de la burguesía cartagenera y se codeó con la intelectualidad del Ateneo, cuyo reconocimiento como filántropo cultural ganó al contribuir económicamente a sus actividades.

Fue en esta época cuando trabó amistad con personalidades de perfiles e ideologías diversas, tales como el literato y militar monárquico Óscar Nevado de Bouza, los médicos republicanos Casimiro Bonmatí Azorín y Antonio Ros Sáez o su compatriota, el arqueólogo Adolf Schulten.

La pareja se asentó en la mansión que ella poseía en el número 33 de la calle Muralla del Mar,[b]​ y su unión se materializó en el nacimiento de un único hijo, Carlos o Karl.

Así, el retraimiento del comercio exterior alemán afectó negativamente a la actividad del consulado ejercida por Fricke, que se redujo a mínimos en el período en que en España se producía la proclamación de la Segunda República.

[22]​ Respecto al matrimonio Fricke-Oliva, se desconoce dónde estuvieron entre 1937 y 1939, pero en cuanto sobrevino la victoria sublevada regresaron a Cartagena, donde les sorprendió meses después el arranque de la Segunda Guerra Mundial.

Los tripulantes del submarino alemán U-35 saludando a los del crucero español Cataluña al abandonar el puerto de Cartagena. La Esfera , 1 de julio de 1916.