Hafizullah Amín

[1]​ Luego trabajó de profesor, vicedirector y finalmente director del secundario kabulí Ibn Sina.

En 1957 ganó una beca para continuar sus estudios en la Universidad de Columbia en Nueva York, EE.

Durante todos estos años, Amín se ganó una reputación de nacionalista pastún.

En 1966 se afilió al Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA, marxista).

En la decisión se le describía como una persona «conocida por su vida pasada pública con rasgos fascistas y asociada a altos funcionarios con las mismas características».

[3]​ Luego, los dirigentes del PDPA fueron encarcelados, entre ellos Nur Mohammad Taraki y Babrak Karmal.

Sin embargo, Amín estuvo bajo arresto domiciliario durante las cinco primeras horas, dándole la oportunidad de ordenar un levantamiento de las Fuerzas Armadas, que desde hacía varios años tenían influencias marxistas.

[4]​ Amín era considerado el hombre fuerte del régimen, y desde su posición promovió las medidas represivas más duras.

[8]​ La verdad acerca del magnicidio sería dada a conocer por Babrak Karmal, presidente tras el derrocamiento de Amín.

Amín hizo que el Consejo Revolucionario le nombrara presidente y también se convirtió en líder del PDPA (el Comité Central lo nombró con los miembros amenazados a punta de pistola[9]​).

Además, se hicieron esfuerzos para construir un gran monumento a Taraki, lo que provocó la fuerte protesta del camarada H. Amín.

[15]​ Todos los seguidores leales al anterior presidente fueron asesinados, encarcelados o exiliados.

[16]​ Amín entró en contacto con Gulbudin Hekmatiar, líder terrorista de Hezbi Islami.

Ambos acordaron que finalizadas las labores de desestabilización para la consolidación política, Hekmatiar sería primer ministro y Amín retendría la presidencia.

Recientemente H. Amín, quien había eliminado el antiguo Secretario General del PDPA y Presidente de la República N. M. Taraki, hipócritamente destacó sus relaciones amistosas con la Unión Soviética y dio discursos ultrarrevolucionarios, pero de hecho socavó las bases del régimen revolucionario.

El cuerpo de Amín fue envuelto con una alfombra, sacado del palacio y enterrado en un lugar secreto.

Para finales de mes, Amín hizo un llamamiento especial a Amstutz para mejorar las relaciones con EE.

UU. Dos días más tarde en Nueva York, el canciller afgano expresó los mismos sentimientos a funcionarios del Departamento de Estado.

Él considera que Amín logró tener en sus manos todos los resortes del poder, creando así un totalitarismo.