Creado por Gemma Nierga en Ràdio Barcelona en 1989 con el título catalán de Parlar per parlar, lo dirigió durante varias temporadas, hasta 1997, en sus inicios en catalán y en su última etapa también en castellano para el resto del país.
En su despedida, Nierga no aguantó la emoción y lloró en innumerables momentos.
La etapa más productiva se prolongó desde 2001 hasta 2006, siendo dirigido y presentado por la periodista Mara Torres.
Ejemplo claro del rendimiento que el programa obtuvo de los nuevos procedimientos vehiculados por las tecnologías cibernáuticas fue la aparición de la figura de Farero, personaje incógnito (aunque siempre se ha sospechado que fuera una invención nacida del propio programa), que casi todas las noches, y especialmente entre 2002 y 2004, enviaba desde un supuesto Faro un correo electrónico en el que con prosa sentimental de cierta calidad literaria resumía las llamadas de la noche o destacaba algo que le hubiera llamado la atención.
En definitiva, proseguir en su máxima expresión la sentencia recogida en los manuales de Burocracia y Administración de Personal: "Si algo funciona, mejor no retocarlo lo más mínimo".
Tras su desembarco, se desvinculó del programa la hasta entonces colaboradora Paqui Ramos, a quien muchos oyentes e instancias periodísticas especializadas en el medio habían contemplado, meses atrás, como hipotética aspirante a la primera línea de dirección de la nave.
En 2008, debido a los cambios que se estaban produciendo, la Cadena SER decidió retomar el primer formato de Parlar per parlar solo en catalán para las emisoras FM de Cataluña y seguir con el formato nacional en la onda media con la nueva elegida.
Esta versión catalana del espacio solo puede escucharse en Cataluña y en Andorra por FM.
Si los oyentes eran la esencia del programa, los chatines eran el auténtico "petróleo" del programa, "redactores espontáneos" que a través de un chat amenizaban con sus comentarios las historias que se contaban, algunas marcadas por su carácter insólito, cotidiano, entrañable, increíble, divertido o triste.