Gustaf Åkerhielm

Tras desempeñarse en el servicio diplomático en San Petersburgo y Copenhague, tuvo una exitosa carrera política, en la que alcanzó una larga sucesión de posiciones en el gobierno.

Åkerhielm buscó resolver las cuestiones de la defensa militar, pero sus esfuerzos fueron bloqueados por la oposición en la Cámara Baja del Parlamento sueco.

Sin embargo, consiguió permanecer en el poder gracias al apoyo que obtuvo en la Cámara Alta.

En 1891, fue forzado no obstante a renunciar, el 10 de julio de ese año, tras una imprudente respuesta a una pregunta sobre defensa, que fue interpretada como una amenaza hacia Noruega.

Sus palabras exactas no están claras, pero quienes estaban presentes dijeron que la afirmación fue, aproximadamente, que "un nuevo orden para el Ejército nos permitirá hablar en sueco con los noruegos".