Por afuera del Crustáceo Cascarudo, Don Cangrejo recibe una carta por parte de su abuelo: El Capitán Barbarroja, quien lo visitará ahora.
De repente, Barbarroja llega, ve el barco y revela que estaba empezando a pensar que Don Cangrejo le estaba mintiendo a su "viejo abuelo".
Barbarroja cree que ella es una bruja marina y decide acabar con ella, pero antes de dispararle con el cañón, Don Cangrejo lo detiene, respondiéndole que solo quería inspeccionar el cañón, hasta que este se termine desmoronando.
Con todo el malentendido arreglado, Barbarroja se marcha, pero no sin antes tomar "un poco" del dinero de Don Cangrejo, y llevándoselo en un bote salvavidas, riéndose maniáticamente como lo haría normalmente un pirata.
Don Cangrejo se ríe finalmente de la ironía del asunto, diciendo que él mismo sabía que había heredado su talento de su abuelo.