Cuando creció, sus padres tenían pensado desposarla con Obolenus, pero ella se negó por su firme intención de destinar su vida a la devoción religiosa.
De todas maneras, sus padres consiguieron convencerla para desposarse, aunque poco antes de la consumación del matrimonio, Obolenus fue condenado a ser decapitado por motivos que no están muy claros.
Su padre intentó persuadirla para tomar un segundo marido pero ella huyó a Metz.
Pero no hay una evidencia fechada hasta el 830, donde se data una recolección de reliquias.
En 1791, las monjas del monasterio defendieron las reliquias de la santa ante la posible profanación de la revolución y fueron trasladados a Kapellt para rendirles culto en una iglesia que lleva su nombre.