Ghiyath ibn Ghawth al-Taghlibi al-Akhtal

En la niñez perdió a su madre, Laila, y tuvo que sufrir las persecuciones de una madrastra cruel, que lo empleaba en los más bajos menesteres, lo enviaba a guardar las cabras, etc.

Era bastante afecto al vino, solía ser visto con prostitutas y beber hasta "la saturación", él a su vez se defendía diciendo que esa era la única manera en que obtenía ideas para sus poemas.

El califa Abd al-Malik, aunque de escasos sentimientos religiosos, intentó atraerle al islamismo.

«Yo acepto si se me acuerda beber vino y dispensarme del ayuno del Ramadán», contestó el poeta, y compuso estos versos:[1]​ ¡Vamos a la oración, a la oración!

Más tarde bajo los Abasíes, al amainar las pasiones, los gramáticos prefirieron a Al-Akhtal, pues su poesía era más correcta y cuidada, su utilización exacta del árabe, el gran número de estrofas irreprochables de un extremo a otro, tanto por el fondo como por la forma.