Cuando tenía doce años construyó un avión de juguete en madera que más tarde patentó.
Frecuentó la École polytechnique fédérale de Lausanne.
En su tiempo libre le gustaba salir a pasear con su perro por el campo.
Fue ahí donde percibió que las semillas de arrancamoños se enganchaban constantemente a su ropa y al pelo del perro.
Examinando el material a través de un microscopio consiguió distinguir distintos filamentos entrelazados terminados en pequeños ganchos, causando así una gran adherencia a los tejidos.