George Whitefield

Llegó a ser muy conocido por su entusiasta predicación en las colonias americanas del Imperio Británico, destacándose claramente como el principal dirigente del primer movimiento evangélico en el Nuevo Mundo, denominado Primer Gran Despertar, una sucesión espontánea de "avivamientos" cristianos protestantes en las colonias angloamericanas.

Algunos historiadores le han llegado a denominar "la primera celebridad moderna", por su reconocimiento entre las clases populares.

Al respecto el propio George señaló: Unos pocos se burlaron, pero la mayoría de ellos estaba chocada, y escuché una queja que se le formuló al obispo diciendo que volví loco a 15 personas en el primer sermón.

En 1739, John Wesley se declaró abiertamente arminiano y predicó un sermón contra la doctrina de la predestinación, Whitefield era partidario del calvinismo.

Como su contemporáneo y conocido, Jonathan Edwards, Whitefield predicó con la teología calvinista de trasfondo.

Además, Whitefield también supo utilizar los medios de comunicación (como el periódico) para beneficiar publicitariamente su causa.

Su revolucionario estilo de predicar marcó el camino que los sermones desde entonces han debido seguir.

Whitefield fue el primero en predicar al aire libre con gran éxito en la ciudad minera de Bristol (Inglaterra), que en aquel tiempo era conocida como un "centro del vicio" en todas sus peores formas, y también fue el primero en proporcionar servicios espirituales a los mineros que aún vivían "como paganos" cerca de aquella ciudad.

John Wesley se unió luego a estas reuniones y, hasta cierto punto, quedó perplejo por estos "síntomas corporales", que él consideraba evidentes "signos de la gracia".

William Hogarth satirizó en sus escritos las expresiones que producía la predicación metodista, publicando Credulity, Superstition, and Fanaticism (Credulidad, Superstición y Fanatismo - 1762).

Por eso algunos historiadores protestantes le consideran el "príncipe de los predicadores al aire libre".