George Herbert

La esencial originalidad de George Herbert, y lo que hace que le sintamos como poeta actual, es que sabe adoptar un lenguaje menudo y familiar para las grandes cuestiones del hombre, y resolver imaginativamente los clamores del alma con Dios en visiones concretas, tangibles, humildes, como al terminar el poema “Amor”.

“El amor tomó mi mano, y sonriente replicó - ¿Quién hizo los ojos, sino yo?

- Verdad, Señor, pero los he echado a perder: que mi vergüenza – vaya donde es debido”.[cita requerida].

Esto podemos verlo en su poema “Jordán”, y expone así su doctrina de “funcionalismo expresivo”, con sentido religioso.

Sin embargo, solo desde los Románticos se empieza a preparar la gradual “recuperación” de estos poetas.

Escultura de Herbert en la catedral de Salisbury.