Este largo poema es considerado la máxima expresión del Barroco dentro de la literatura canaria,[1] oscilando su estilo entre el culteranismo y el conceptismo.
En él hace un especial uso del hipérbaton y de las metáforas que, al decir del filólogo Joaquín Artiles "eludiendo el nombre cotidiano de las cosas, crean un mundo irreal de ensueños".
[2] Esta voluntad barroca de crear una lengua poética propia es lo que lo acerca a la generación de la vanguardia canaria que, desde la revista La Rosa de los Vientos (editada en Tenerife, 1927-1928), se afana en recuperar su figura y magisterio.
[3] El largo poema está compuesto por 828 cuartetas octosílabas con rima en e-o.
[4] En lo referente a la ortodoxia católica, Abreu defendía posturas heterodoxas próximas al iluminismo y al molinismo,[5] esto le granjeó sospechas de parte del ala más conservadora de la curia.