Al cambiar su voz en la pubertad, se hizo miembro de la orquesta como violinista.
Junto con Joseph Eybler, entró a formar parte del selecto grupo de alumnos que tenía Mozart, lo cual sucedió aproximadamente al año y medio de su llegada a la gran ciudad.
Algunas obras debidas a él son Die Liebe für den König (1785), Moses (1792), Il turco in Italia (1794), Der Spiegel von Arkadien (1794), Soliman der Zweite (1799) Das Hausgesinde (1802) y el Ave Maria (1792).
En ese año pasó a ser segundo director del teatro de la Corte.
Acompañó a su maestro casi hasta su lecho de muerte con la partitura en la mano (no fue Salieri, como muestra la película Amadeus, de Miloš Forman, por su mayor atractivo para el cine), recogiendo las indicaciones del compositor, realizando ensayos in situ hasta el último momento.
Por ello, ha habido ediciones posteriores que han intentado resolver este problema, por ejemplo, la de Franz Beyer en 1971.