Inicialmente fue alumno de su tío Antonio (hijo a su vez del violinista Francesco), fue considerado en Italia como el mejor violinista de su tiempo, desaparecido ya Corelli.
Estudió música y composición, en particular, en la catedral de Florencia.
A los veintinueve años retorna a Venecia donde dio varios conciertos con tanta maestría y con tan gran éxito que Tartini se convence de que no puede competir con él, y se retira a Ancona para profundizar en sus estudios.
Su siguiente parada fue Praga, donde entró al servicio del Conde Kinsky durante largo tiempo.
Su estilo resultaba anticuado y por entonces ya le superaba el violinista Francesco Geminiani.