En su exterior, esta muralla se complementaba con un foso seco de entre 2,5 y 3 metros de ancho.
En total las fortificaciones comprendían un total de once torreones además de la muralla.
Hacia fines del siglo XIX, dichas fortificaciones fueron demolidas para ceder ante el crecimiento de la ciudad.[1][2][3][4][5].
Luego de la reconquista de la ciudad por parte de las tropas imperiales, la ciudad sufrió un sitio por las fuerzas rebeldes farroupilhas en una cantidad de entre mil y quinientos hombres.
La ciudad, abastecida por la Armada Imperial resistió el asedio por cerca de tres años y medio.