El concepto fue recuperado por la OTAN, para justificar una mayor presencia militar estadounidense en Alemania y el despliegue de los misiles Pershing en este país.
En paralelo, Finlandia no se adhería al Plan Marshall y mantenía frías relaciones con la OTAN.
Una vez, en octubre de 1961, la Unión Soviética, aparentemente preocupada por la tensa situación internacional causada por la Crisis de los Misiles, propuso desarrollar consultas políticas con Finlandia para activar una alianza militar, pero las tensiones fueron disipadas en las negociaciones entre el presidente finlandés Urho Kekkonen y el mandatario soviético Nikita Jrushchov, declarando luego Kekkonen que "no era necesario" activar alianza militar alguna.
De hecho la democracia parlamentaria finlandesa siguió funcionando en un sistema con diferentes partidos políticos desde 1917, y Finlandia nunca se planteó adherirse al Pacto de Varsovia, al CAME o alguna otra alianza exterior patrocinada por la Unión Soviética.
Incluso autoridades finlandesas invocaban a evitar la "difusión de ideas antisoviéticas" en la literatura o el cine para "no poner en peligro las relaciones exteriores del país".
Cuando en 1985 la política soviética empezó a liberalizarse con las doctrinas de la glásnost y perestroika lanzadas por Mijaíl Gorbachov, la "autocensura finlandesa" también se redujo.