Desde su juventud se sintió atraído por la actuación, un hecho que lo llevó en 1950, a los 19 años, a debutar en el cine en la película El otro yo de Marcela —dirigida por Alberto de Zavalía—, protagonizada por Delia Garcés y Alberto Closas.
Por sus comienzos como actor en la pantalla grande, Siro reuniría conocimientos que lo llevarían a convertirse en director con un gran reconocimiento de crítica y público; su ópera prima fue la adaptación de un cuento (El pecado necesario) del escritor Dalmiro Sáenz - con el título Nadie oyó gritar a Cecilio Fuentes -, en 1965, que también lo tuvo como protagonista, junto a Walter Vidarte y Elena Cruz, su esposa.
Dirige por última vez en 1997 la película costumbrista Sapucay, mi pueblo!, con la actuación de Luis Landriscina.
En los años 1960, Fernando Siro se metió de lleno en la televisión porteña donde sobresalió en programas como Aquí a las seis, El Club del Clan y La Familia Falcón.
En sus últimos años su salud se deterioró notablemente (padeció de cáncer y debió ser intervenido quirúrgicamente para extirparle un pulmón).