Alfredo Vivalda, que escribió un libro sobre esta feria, arriesga la cifra de tres mil.
Los rubros suelen estar ubicados en determinadas zonas concretas de la feria, tal como ocurre especialmente con los libros usados, que aunque se pueden encontrar por toda la feria se concentran mayormente en la calle Paysandú.
Actualmente se ha extendido de tal forma que abarca centenares de vendedores que ocupan no solo la calle Tristán Narvaja, sino varias más, tanto paralelas como perpendiculares.
Se extiende hasta la calle Fernández Crespo, de un lado, y Minas, del otro.
[2] Muchos extranjeros llegan hasta esta feria en busca de objetos raros.