Pertenecía a la noble familia de los Mareri.
Tomaso, el mayor, era funcionario del emperador Federico II, lo que le generó fortuna a los Mareri.
[1] El mensaje del fraile la conmovió a tal punto que decidió renunciar a su vida de lujos y se consagró al servicios de los necesitados, ingresando a la orden franciscana, a pesar de que su familia, en especial Tomaso se opusieron, y a la multitud de pretendientes que llegó a tener.
Huyó de su casa para refugiarse en una gruta vecina, hoy conocida como la Gruta de Santa Felipa.
El 18 de septiembre de 1228[1] sus hermanos le donaron el castillo y su correspondiente iglesia, mediante un acta notarial.