Cuando no existía iluminación eléctrica, el farolero era la persona encargada de encender los faroles de una población, y mantenerlos en buen estado.
Debía encenderlos a una determinada hora en las noches oscuras y en las de luna a la hora que se les señalara.
Debía acudir al amanecer por aceite y mechas para proveer a los faroles y mantenerlos limpios, lo que debía hacer a primera hora de la mañana.
Para realizar su trabajo, los faroleros estaban provistos de un chuzo, un pito, una linterna, escalera, alcuza y paños.
A menudo, compaginaban su labor de farolero con la de guarda y según este encargo, debían estar vigilantes toda la noche desde el momento que se encendían los faroles hasta el amanecer.