La divergencia de los ejes visuales es principalmente pasiva, y, aunque puede ser estimulada, ocurre al relajarse el mecanismo de convergencia y acomodación que son los que nos permiten ver en distancias próximas.
Se llama exoforia a una desviación latente hacia fuera, distinguiéndola de la exotropía que es el caso en que la desviación se manifiesta.
En la exoforia los ejes visuales tienden a dirigirse hacia afuera sin llegar a manifestarse desviación gracias que se compensa por el mecanismo de fusión, el cual se encarga de mantener coordinados los dos ojos en la mirada al punto que fijamos la atención.
Si la exoforia es muy elevada la fusión es mantenida gracias a un gran esfuerzo que provocará astenopía visual y cefaléas.
Puede ocurrir que el paciente con exoforia elevada no tenga ningún síntoma subjetivo marcado, pero en la entrevista puede referir ocasiones en que se descompensa la foria dando lugar a visión doble intermitente (si se ha establecido una supresión no será consciente de la diplopía), que cuando está cansado, estresado, en ambientes con luz intensa, distraído o ha tomado algo de alcohol se les desvía un ojo (desviación manifiesta) o bien tienden a guiñar.