Eusebia Palomino Yenes

Ella, junto con su familia, trabajaban en el campo, para aportar a la precaria situación económica que la misma vivía.

Sin embargo, en temporada de invierno, ellos salían a mendigar por el pueblo, así podían comer pan después.

Desde chiquitos, los padres le inculcaron la enseñanza religiosa y lo hicieron fieles seguidores de la Iglesia católica.

Eusebia acepta, y desde ese momento empieza a ayudar a las monjas, haciendo tareas como las de ayudar en la cocina, acarrear la leña, ayudar en la limpieza de la casa, tender la ropa en el patio grande, acompañar al grupo de las estudiantes a la escuela estatal y hacer los mandados en la ciudad.

Su trabajo la ocupaba en la cocina, en la portería, en la ropería, en el cuidado del pequeño huerto y en la asistencia a las niñas al oratorio.

Ella insistía mucho en la necesidad de confesarse y comulgar frecuentemente para ser buenos católicos.