En la televisión generalista es difícil decir cuando una parrilla está en el máximo o en el mínimo rendimiento porque todo es inestable, lo que puede provocar una reacción conservadora o bien, una reacción de riesgo.
Así pues, los programadores viven una inseguridad permanente que constantemente se está realimentando.
La audiencia se gana siempre a costa del otro, es una competición por un público inestable.
Esto afecta a la difícil tarea de conseguir la máxima audiencia y mantenerla.
Por último, también está la opción de buscar alternativas, como un público minoritario pero fiel.