En 1925, Schrödinger y sus contemporáneos describieron ecuaciones que modelan el movimiento de cuerpos pequeños como átomos, fotones o electrones.
La bacteria fotosintética verde Chlorobium tepidum que habita en el fondo del mar, contiene en el clorosoma miles de clorofilas que absorben energía (fotones) la cual proviene de la luz solar y es transferida hacia el centro reactivo a través del trímero FMO (Fenna-Matthews-Olson).
La luz absorbida presenta propiedades mecánico cuánticas que explican la eficacia del proceso fotosintético, el cual consiste en que los fotones se transfieran a la clorofila del centro de reacción y posteriormente al aceptor primario de electrones haciendo un rastreo de todos los caminos posibles para así elegir el más corto gracias a sus características ondulatorias, logrando que la energía no se pierda y tenga mayor rendimiento.
No hay duda que la fotosíntesis tiene lugar un sistemas fundamentalmente cuánticos.
Pero si coherencias en tienen un papel funcionalmente importante en tales procesos sigue objeto de la investigación científica.