La primitiva ermita constaba de una sola nave, más capilla Mayor con camarín, con una capilla dedicada al santo Cristo del Camino adosada a su costado septentrional y diversas dependencias al meridional, donde se ubicaban las dos puertas de acceso.
Hoy presenta una larga nave trapezoidal, precedida de un atrio cerrado, y sacristía adosada al testero.
En la fachada principal, bajo la espadaña levantada por Manuel Sipos en 1828, fueron reubicados cinco canecillos románicos procedentes del antiguo edificio.
Solo conservaron, quizá obligados por Bellas Artes, algunos canecillos, muy pocos, seis, colocados en su fachada de ingreso, al lado este.
Este lucillo evidencia una indudable influencia del de Santiago el Burgo.