La ermita se cita en 1511 en un inventario de bienes donde ponía que tenía muchas tierras, manzanales y 45 camas en su hospital.
La ermita se organiza en una nave única, planta rectangular de dimensiones reducidas, sobre la que se vuelca una planta superior en "ele" en torno a ella, a modo de coro alto sobre el porche.
Los dos primeros tramos se cubren con bóvedas bastante aplanadas con nervios que parecen decorativos, con molduras.
Los formeros de las bóvedas no siguen una directriz clara, presentan tramos rectos, empalmados por curvas, y sus arranques también aparecen decorados.
Los huecos se resuelven con arcos rebajados, en ladrillo, y aparecen al exterior con rico enrejado de hierro.
En el muro interior, dos grandes escenas realizadas en azulejo, recuerdan la predicación de San Ignacio.