Basilio II mandó a Eustacio Dafnomeles, uno de los generales más sobresalientes en los conflictos contra los búlgaros, quien la retomó sin contratiempos entre 1005 y 1006.
En 1040, Pedro Deljan encabezó varias revueltas búlgaras contra los bizantinos en Tesalonica.
Aunque gran parte de ella permaneció en manos bizantinas, Macedonia, Dirraquio y zonas del norte de Grecia acogieron a Pedro II cuando marchó contra el emperador Miguel IV en la región.
Entre 1081 y 1082 fue tomada por los normandos, para ser recuperada tres años más tarde.
Además, la ciudad era multicultural, teniendo habitantes albanos, angevinos, venecianos y griegos.
En 1368, Carlos Topia se adueñó de la ciudad, quitándoselo a los angevinos.
Muere poco después y la ciudad es dirigida por las élites angevinas que la habitaban.
La ciudad tuvo un papel muy secundario dentro de este periodo y se fue despoblando hasta tocar suelo con 1000 habitantes.
Durante la Primera Guerra Mundial, la ciudad cayó en manos de los italianos y del Imperio austrohúngaro, siendo capturada por los países Aliados en 1918.
En 1926 un terremoto azotó la ciudad y afectó al auge económico que vivía en aquella época.
Posee astilleros, industrias manufactureras de cuero, plástico y tabaco.
El turismo, atraído por sus playas, es también importante, y se estima que la ciudad recibe anualmente 600 000 visitantes.
Actualmente la red ferroviaria se encuentra en plena modernización y algunos tramos han sido modificados temporalmente.