Como ninguna liturgia es posible sin la presencia del Espíritu Santo, la epíclesis es una dimensión fundamental de toda celebración litúrgica.
Y puesto que el Espíritu Santo está presente y actúa en la vida de la Iglesia, Su presencia y acción se requiere para la vida de los miembros del Cuerpo de Cristo, en especial, la acción litúrgico-sacramental.
Y para que la comunión ayude a la salvación de los que participan de ella y actúe sobre la comunidad eclesial celebrante, se invoca por segunda vez al Espíritu.
Por lo demás, no puede haber acción consecratoria sin la invocación del Espíritu Santo, asociada al gesto apostólico de la imposición de manos para realizar la sucesión apostólica.
En las anáforas egipcias había dos epíclesias que rodeaban las palabras de institución.