Enrique del Valle Iberlucea

En Rosario no solo completó sus estudios secundarios, sino que también comenzó a destacarse por su espíritu combativo e inquieto, ávido de cultura y acción.

Allí conocerá a la joven María Luisa Curutchet, con la que se casará en 1905.

Por entonces, los problemas relativos a la emancipación de la mujer y la lucha por su igualdad con los hombres convocan sus mayores esfuerzos.

En 1913 se convertirá en el primer senador socialista de América,[1]​ derrotando en Capital Federal a los candidatos radicales y conservadores.

En 1914 propuso modificar la Constitución Nacional para democratizar la forma de elección y la composición del Senado.

El proyecto establecía que los senadores fueran elegidos por el voto popular y duraran en su gestión seis años.

Se trató como diría Joaquín V. González, del “primer proyecto legislativo de planificación en la Argentina”.

[1]​ Cuando Del Valle Iberlucea realizó una conmovedora defensa de la banca socialista en el recinto del Senado, ya padecía una grave enfermedad que poco tiempo después lo llevaría a la tumba, por lo cual, como señala Sánchez Viamonte, “el juicio y la condena de éste adquiere ciertos contornos épicos, y su defensa trae a la memoria la defensa de Sócrates”.

Su muerte no fue óbice para que dejara marcada una profunda huella en la vida política y social argentina.