Energía de activación

) es la energía mínima que necesita un sistema antes de poder iniciar un determinado proceso.

Para que ocurra una reacción entre dos moléculas, estas deben colisionar en la orientación correcta y poseer una cantidad de energía mínima.

Por sí solos el combustible y el comburente no producen fuego, es necesario un primer aporte de energía para iniciar la combustión, que luego es autosostenida.

A presión constante, la energía de activación viene determinada por la siguiente ecuación:[2]​

Según su origen, este primer aporte de energía se clasifica como: Las siguientes representaciones gráficas manifiestan diferencias acerca de cómo la presencia de un catalizador (ejemplo una enzima en un proceso biológico) disminuye la energía de activación debido a su complementariedad y por tanto provoca una disminución en el tiempo requerido para que se forme el producto, o sea, aumenta la velocidad.

La relación ( ) y el incremento de la entalpía de formación ( ) con y sin catalizador. El punto de mayor energía (punto del complejo activado) representa el estado no transición. Con un catalizador, la energía requerida para que la reacción entre en el estado de transición disminuye, por lo tanto, la energía necesaria para iniciar la reacción también disminuye.
Las chispas generadas al golpear acero contra un pedernal proporcionan la ' energía de activación para iniciar la combustión en este mechero Bunsen . La llama azul se sostiene a sí misma después de que las chispas cesen debido a que la combustión continua de la llama es ahora energéticamente favorable.