Según este mito, antes de que el cielo y la tierra existiesen (literalmente, “tuviesen nombre”, cf.
Entonces Ea, mediante un encanto, hizo dormir a Apsû y lo mató (I:59-69), haciendo prisionero al asesor Mummu.
En el palacio de Apsû, Ea y su esposa Damkina concibieron a Marduk, también conocido como Bel o Señor (I:79-84).
Entonces preparó un pequeño pero temible ejército para acabar con los dioses rebeldes: hizo once monstruos, entre los que se citan una hidra, un dragón, un héroe peludo, un “gran día”, un perro salvaje, un hombre-escorpión, un demonio feroz, un hombre-pez y un hombre-toro (I:126-146).
Sin embargo, al acercarse a la diosa, Ea se dio cuenta de que sus encantos eran totalmente inocuos para ella (II:80-82;85-86).
Padre, que nos concebiste, gózate y alégrate: pronto pisotearás el cuello de Tiamat (II:142-148).
Consternados ante esta situación, “todos los dioses que decretan destinos” se reunieron en presencia de Ansar, celebraron un banquete y nombraron a Marduk vengador suyo (III:125-138).
Finalmente, preparó el carro para la batalla, tirado por cuatro caballos: destructor, inmisericorde, pisoteador y raudo (IV:50-54).
Entonces Marduk la atrapó con su red y mandó contra ella los vientos, que Tiamat, abriendo la boca, engulló.
Marduk creó también los vientos y las tormentas, pero se reservó para sí mismo disponer de ellos su discreción (V:50-52).
Los dioses homenajearon y rindieron pleitesía a Marduk (V:77-116), que pasó de ser uno de los últimos dioses en ser engendrado a ser el Señor (Beʿl), como proclaron Lahmu y Lahamu: “Antes Marduk era nuestro hijo querido, ahora es vuestro rey: obedeced su mandato” (V:109-110).
Marduk, entonces, comunicó a su padre Ea un nuevo plan: Amasaré la sangre y haré que haya huesos.
Y a los hombres les fue asignado el servicio de los dioses para que ellos pudieran descansar (VI:34-38).
Marduk los animó a realizar su proyecto: “Construid Babilonia (Babel), la tarea que os habéis propuesto” (VI:57).
Terminadas las obras, Marduk reunió a todos los dioses en un banquete en el Esagila y proclamó: “Esta es Babilonia (Babel), vuestra morada asignada.
En este contexto, Marduk confirmó las leyes que había establecido y se dividieron las tareas de los dioses.
Por último, los dioses entregaron a Marduk el reinado supremo: Anu puso un trono elevado para que se sentase Marduk, los dioses se comprometieron a obedecerle con juramento, y Ansar le dio el excelso nombre de Asaluhi (VI:92-101).