A principios de los años setenta enfocó su actividad profesional a la construcción, fundando la Construcciones Emilio Bolado SL y más adelante el grupo homónimo, que llegó a englobar posteriormente otras firmas como Emilio Bolado e Hijos y Aglomerados de Cantabria.
En 1987 se convirtió en el último presidente del Racing de Santander en ser elegido por los socios del club en un proceso electoral.
Bajo su gestión el equipo vivió una época muy convulsa: en 1988 se trasladó de su antiguo estadio a los nuevos Campos de Sport, situados a pocos metros, un proceso que ya estaba en marxcha cuando accedió a la presidencia.
En 1990 descendió a Segunda División B y tras recuperar la categoría él mismo armó junto al entonces alcalde de Santander y posteriormente presidente del Racing, Manuel Huerta Castillo, el equipo que en 1993 conseguiría el ascenso a Primera División.
Tres años después formó parte del grupo de empresarios cántabros que compró el paquete accionarial mayoritario y regresó al club como consejero.