La embolia gaseosa puede producirse tras intervenciones quirúrgicas de cuello, axila, mama, tiroides o hígado.
Una segunda causa es una hemorragia por alumbramiento, por la presión de aire dentro del útero.
Por último, una fractura en el cráneo puede provocar una lesión de los senos durales, unas venas del cerebro cuya presión es inferior a la presión atmosférica, de tal modo que el aire penetra en el interior del vaso pudiendo provocar una embolia.
Produce alteraciones pulmonares: disnea, cianosis, opresión torácica y taquipnea.
Además se detecta una coloración marmórea de la lengua y diversas alteraciones oftalmológicas, auditivas.