Fueron las primeras elecciones desde 1929, en la que el Partido Comunista de Finlandia pudo presentar libremente a sus candidatos.
El Movimiento Popular Patriótico (IKL) fue proscrito para participar en estas elecciones.
En febrero de 1945, el primer ministro Paasikivi instó a los sufragistas finlandeses a elegir "caras nuevas" para el Parlamento, cosa que sin duda hicieron: casi la mitad de los 200 diputados fueron caras nuevas.
Un importante problema económico en estas elecciones fue la continua escasez de bienes causada por el racionamiento durante la guerra.
Los comunistas prometieron a los votantes empobrecidos que sus estándares de vida iban a mejorar, y otros partidos también prometieron mayor prosperidad en cuanto hubiera paz.