Cerca del soldadito se encuentra una hermosa bailarina hecha de papel con una cinta azul anudada en el hombro y adornada con una lentejuela.
Allí, tras llover un buen rato, dos niños lo encuentran y lo montan en un barquito de papel, enviándolo calle abajo por la cuneta.
Apenas comienza a hundirse, un pez lo engulle y de nuevo el soldadito queda sumido en la oscuridad.
Allí está también la bailarina: el soldadito y ella se miran sin decir palabra.
A la mañana siguiente, al remover las cenizas, la sirvienta encuentra un pequeño corazón de plomo y una lentejuela.
En los últimos veinte o treinta años, ha habido algunos literatos infantiles que han modificado la historia original, dándole un final un poco más ameno e incluso un desenlace completamente feliz, de la misma manera que se efectuó dicha operación en el momento que los Hermanos Grimm, escribieron la continuación de la Caperucita Roja, cuando tanto abuela como nieta son rescatadas de la panza del lobo.