En la Argentina actual un hombre joven que vuelve a su tierra natal, mata en la encrucijada de una autopista a una persona de la cual en ese momento no sabe que es su propio padre.
Por su parte el crítico Claudio D. Minghetti del periódico La Nación consideró al filme como una “pretenciosa, confusa y fallida variante del mito de Edipo” a gregando que “con temas que recuerdan a otro cine independiente local, pero sin demasiada fortuna, todo se hace moroso a más no poder, con situaciones muy traídas de los pelos.
[2] En la nota crítica de María A. Melchiori para Cine y Medios, señala las desprolijidades que advierte en el filme: una cámara fija e incómoda en la secuencia inicial, largos planos desenfocados, diálogos en apariencia claves para la trama que no se entienden por el mal sonido directo.
Reconoce los buenos precedentes hechos por la directora pero encuentra a la película decepcionante y pretensiosa, con una trama forzada, planos fijos de situaciones estáticas donde no se luce nada y un leitmotiv al piano cansino, trillado e irritante como única música de acompañamiento a las acciones.
Hay más, según la comentarista: un guion tan endeble y carente de interés que vuelve inconexos los segmentos en que se divide el metraje y a sus personajes, insulsos, situaciones sin verosimilitud, actores sin desenvoltura y, en fin, un compendio de obviedades encadenadas que no justifica el valor de una entrada.