Se conserva en la Galería Uffizi, en Florencia, donde está expuesto en la sala 10-14, llamada «de Botticelli» (Inv.
Este cuadro fue en su tiempo una obra revolucionaria por cuanto presentaba sin tapujos un desnudo no justificado por ningún componente religioso, así como un tema procedente de la mitología clásica grecorromana anterior al cristianismo, lo que suponía la plena aceptación —al menos por parte de las élites culturales— del nuevo humanismo renacentista.
Por otro lado, la inspiración para el tema representado por Botticelli cabe buscarla en fuentes literarias como las obras clásicas del poeta romano Ovidio y, especialmente, del italiano Angelo Poliziano, miembro de la Academia Florentina que en su obra Stanze per la Giostra (1494) describía en verso el nacimiento de Venus.
Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, apodado Sandro Botticelli (Florencia, 1445-ibídem, 1510) fue un pintor del Quattrocento italiano, miembro de la llamada «segunda generación florentina», tras la primera formada por Fra Angélico, Masaccio, Paolo Uccello, Andrea del Castagno y Filippo Lippi; entre sus correligionarios en esta segunda generación destacaron Benozzo Gozzoli, Domenico Ghirlandaio, los hermanos Antonio y Piero Pollaiuolo, Andrea del Verrocchio y Piero di Cosimo.
Estos artistas muestran en general un estilo suntuoso y refinado, con cierta influencia de la pintura flamenca, que se denota por un gusto burgués en el detalle y los aspectos concretos de la vida, atemperada por un clasicismo inherente a la tradición pictórica italiana.
En estas obras desarrolló un contenido iconográfico vinculado a la filosofía neoplatónica desarrollada en la Academia Platónica Florentina por iniciativa de Cosme de Médicis, integrada por filósofos, artistas y escritores como Marsilio Ficino, Giovanni Pico della Mirandola, Cristoforo Landino, Leon Battista Alberti y Angelo Poliziano.
Su serie de cuadros mitológicos para los Médici —iniciada con la Primavera— está marcada por el equilibrio espacial y una mayor consistencia formal influida por Piero Pollaiuolo.
Con su colaboración en la Capilla Sixtina se inició su fase «clásica», en la que alcanza un equilibrio pleno entre la composición naturalista y una cierta abstracción formal.
Sus últimas obras son ya completamente arcaizantes, fuera del ambiente artístico de su tiempo: Natividad mística (1501, The National Gallery, Londres), Crucifixión (c. 1500-1505, Fogg Art Museum, Cambridge).
Por lo tanto, no se conoce la fecha exacta de su composición, ni tampoco el comitente para el cual fue ejecutado.
[5] A los dieciséis años casó con Marco Vespucci, quien la introdujo en el círculo de la nobleza florentina, donde causó una gran admiración.
[7] El cuadro estuvo en la Villa di Castello hasta 1815, fecha en que fue depositado en la Galería Uffizi.
[9] Las fuentes literarias de esta obra son Ovidio (Las metamorfosis, II 27; Fastos, V 217) y Angelo Poliziano (Stanze per la Giostra, 1494).
Otra fuente podría ser el poema anónimo Pervigilium Veneris (siglo ii o iii), que describe la llegada de Venus a Sicilia.
Al parecer, Giuliano estaba enamorado de Simonetta, una joven que ejemplarizaba el tipo de mujer ensalzado por Petrarca, que aunaba belleza con cualidades morales; aunque su fidelidad a su esposo era famosa, Giuliano se entregó a un amor imposible que, al fin y al cabo, era el paradigma del amor cortesano.
En su estandarte, Botticelli pintó una figura femenina vestida con un túnica blanca bordada en oro, que aludía a Palas Atenea.
En la parte superior figuraba la leyenda la sans par («la sin igual») escrita en letras góticas doradas.
Son rosas, la flor del amor, creada según el mito al mismo tiempo que la diosa.
[18] El paisaje del fondo es meramente decorativo, lo importante en la imagen son las figuras, dispuestas a modo de friso.
La figura está desplazada ligeramente a la derecha, con lo que el peso recae sobre la pierna izquierda, una postura conocida en el arte clásico como contrapposto.
El desnudo femenino, considerado pecaminoso en el arte medieval cristiano, se recuperó en el Renacimiento como símbolo de inmaterialidad.
[4] En consonancia con estas teorías, en El nacimiento de Venus Botticelli simbolizó con la contraposición luz-oscuridad la dicotomía entre materia y espíritu: en la parte izquierda del cuadro la luz corresponde al alba (Céfiro era hijo de Aurora, la diosa del amanecer), mientras que en la parte derecha, más oscura, se sitúa la tierra y el bosque, como elementos metafóricos de la materia.
[24] Por otro lado, Giulio Carlo Argan (Botticelli, 1957) señaló una posible concordancia entre la mitología clásica y la religión cristiana: así, la figura de Venus representaría el alma cristiana surgiendo del agua del bautismo.
[28] Algunos estudios han indicado que la obra podría estar mutilada unos 30 o 35 cm en su parte superior.
Así, la altura original del cuadro podría haber sido la misma que la Primavera y Palas y el centauro, lo que reforzaría la hipótesis de un único encargo de estas tres obras.
[33] El éxito de esta obra conllevó incluso su exportación a otros países, especialmente Francia y Alemania.