Se refiere a su historia milenaria de relaciones estrechas, lealtad, amistad y compañía con los humanos.
Según el Oxford English Dictionary: «En los proverbios y frases más antiguos, los perros rara vez son representados como fieles o el mejor amigo del hombre, sino como viciosos, voraces o vigilantes».
Y un perro, que estaba echado, levantó la cabeza y las orejas: era Argos, el perro del fiel Ulises, a quien él había criado, aunque luego no pudo disfrutar de su compañía porque tuvo que partir hacia la sagrada Troya.
Y tú le respondiste así, porquero Eumeo: «Este perro perteneció a un hombre que ha muerto lejos de aquí.
Si fuera como era en cuerpo y en actividad cuando Ulises lo dejó al irse a Troya, admirarías su agilidad y vigor: no dejaba escapar ninguna presa que levantara, ni siquiera en lo más profundo de un bosque denso, porque era muy hábil en seguir un rastro.
Pero ahora los problemas lo agobian porque su amo murió lejos de su tierra natal, y las descuidadas sirvientas no lo cuidan, porque los sirvientes, una vez que el amo deja de darles órdenes, no quieren trabajar como deben; el sabio Júpiter le quita a un hombre la mitad de su virtud el mismo día en que se convierte en esclavo».
En casos extremos, puede observarse una humanización exagerada del perro por parte de su dueño en la relación hombre-perro.