En el momento en el que se distribuyó el botín, el rey solicitó que además de su parte del botín se le cediera ese jarrón.
Aunque en general se aceptó, un soldado disconforme, rompió con su hacha (francisca) el jarrón, añadiendo que solo tendría lo que le correspondía, lo que Clodoveo no recibió muy bien.
Un año más tarde, mientras pasaba revista a sus soldados, Clodoveo reconoció al soldado insolente.
Le señaló que sus armas estaban sucias y las echó al suelo.
Cuando el soldado se agachó para recogerlas, Clodoveo le partió la cabeza de un hachazo, a la vez que decía: