No te vengarás ni guardarás rencor a nadie de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo: Yo soy el Señor.Levitico 19:18 Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, sólo el Señor.
Jesús les responde y aprovecha para enseñar que «toda la Ley» se condensa en los dos mandatos del amor.
El relato de Mateo lo recoge de una manera singular: el escriba pregunta por «el mandamiento principal de la Ley», y Jesús contesta con un mandamiento que se traduce en dos, o aún mejor, con dos mandamientos que resultan ser uno solo; Jesús hace que quede claro que este mandamiento se distingue de los demás: «Ninguno de estos dos amores puede ser perfecto si le falta el otro, porque no se puede amar de verdad a Dios sin amar al prójimo, ni se puede amar al prójimo sin amar a Dios.
[8] Respecto de la intensidad del amor a Dios escribía San Bernardo: «Tú me preguntas por qué razón y con qué método o medida debe ser amado Dios.
Tras la contestación de Jesús al escriba, el evangelista indica nadie se atrevía a hacerle más preguntas.
32), no sólo está obligado a dar su vida como testigo o mártir para el mantenimiento de la verdadera fe.