«Ecolocalización» es un término creado en 1938 por Donald Griffin, que fue el primero en demostrar de modo concluyente su existencia en los murciélagos.
Las aves que utilizan este sistema para navegar en cuevas sin visibilidad son el guácharo (Steatornis caripensis) y los vencejos y salanganas (familia Apodidae), en especial la salangana papú (Aerodramus papuensis), de la tribu Collocaliini.
En la luz ambos animales fueron capaces de volar, pero cuando se hizo la oscuridad total en la habitación observó que la lechuza se desorientaba y chocaba contra las campanillas mientras que el murciélago mantenía intacta su capacidad de volar.
Comunicó sus resultados al zoólogo suizo Charles Jurine, quien cinco años más tarde se dio cuenta de que era imposible que los murciélagos esquivaran los objetos si se les tapaban los oídos.
Tiempo más tarde, Griffin se dio cuenta de que los murciélagos podían volar en total oscuridad sin chocar y acuñó el término ecolocalización para describir dicho fenómeno en 1944.
Pronto se descubrió que otros animales como las ballenas y delfines también estaban dotados de esta capacidad para ecolocalizar.
Esa diferencia entre ambos oídos permite al animal recrear la posición espacial del objeto, incluso su distancia, tamaño y características.
Los ojos de los megamurciélagos están más desarrollados que los de los micromurciélagos y, en general, ningún murciélago está completamente ciego; incluso los micromurciélagos pueden utilizar como señales durante el vuelo objetos muy visibles del terreno para regresar a su refugio.
Generan el ultrasonido en la laringe y lo emiten a través de la nariz o por la boca abierta.
Por este motivo estas grabaciones no sirven para identificar todos los tipos de murciélago.
Durante la aproximación al objetivo, la duración y la energía del sonido van decreciendo.
Este movimiento es una especie de exploración global, que le permite al delfín ver un camino más ancho frente él.
Los cetáceos dentados (suborden Odontoceti) forman uno de los dos grandes grupos de cetáceos, que incluye a delfines, marsopas, delfines de río, orcas y cachalotes, utilizan biosonar porque viven en un hábitat acuático que tiene características acústicas favorables para el fenómeno y donde la visión se limita extremadamente debido a la absorción o a la turbidez.
El sonido lateral se recibe a través de unos lóbulos que rodean los ojos con una densidad muy similar al hueso.