Para los experimentos que llevaron a cabo utilizaron métodos desarrollados por el fisiólogo y otorrino Hallowell Davis para monitorizar los cerebros de los murciélagos y sus respuestas auditivas mientras navegaban entre los cables suspendidos del techo de un laboratorio.
[5] Griffin utilizó por primera vez el término «ecolocalización» en 1944 en un artículo publicado en Science, Echolocation by blind men, bats, and radar, para describir este fenómeno,[6][7] un hecho que muchos fisiólogos de la época no creían que fuera posible.
[3] Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó para el National Defense Research Committee, donde participó como asesor en la creación de un arma experimental conocida como «bomba murciélago»,[8] hasta consideró que no había forma de que los murciélagos pudieran llevar una carga adecuada.
[1][n 1] En una época en la que el estudio sobre la consciencia animal no se consideraba un tema para una investigación seria, Griffin se convirtió en un pionero en el campo de la etología cognitiva, iniciando en 1978 una investigación que estudiaba cómo piensan los animales.
En su obituario, The New York Times atribuía a Griffin el mérito de ser «la única razón por la que se tuvo en consideración el pensamiento animal».