Reconocido nacional e internacional con diversos premios por sus obras de pintura figurativa y surrealista.
Su trabajo lo ha hecho merecedor de diversos premios a nivel nacional e internacional.
La obra de Dorian Flórez es predominantemente figurativa, aunque también ha sido reconocido por sus obras surrealistas.
Su tema predilecto son las paternidades, donde busca rescatar los valores paternales que no tuvo en su infancia por la temprana pérdida de su padre.
Su trabajo manifiesta cierta preferencia por el claroscuro; sus figuras se ubican, por lo general, en espacios enteros y oscuros, donde se da un manejo especial de la luz sustractiva para producir una sensación de contraste fuerte.
En síntesis, en Dorian Flórez se conjugan muchas influencias, pero en definitiva él logra construir un estilo propio con sello inconfundible.
[4] Su obra consta en su gran mayoría de arte figurativo aunque también ha sido premiado por su surrealismo.
Cómo el lector de este libro se dará cuenta en la medida en que avance a través de los capítulos del maestro Dorian Flórez, encontrará que ciertos aspectos de la pintura tienen una tremenda semejanza con la cocina: fórmulas, mezclas armónicas y otras desafortunadas, sabores (colores) con particularidades distintas y efectos diversos en el paladar (vista), y además un enorme campo para la experimentación.
En nuestros tiempos no basta sino salir a la papelería más cercana para encontrar toda la variedad posible de colores.
El film incurrió en un terrible error que en su momento pasó desapercibido y que solo cada tantas generaciones se podría comprender: para la filmación se hizo una réplica exacta del interior de la Capilla Sixtina, pintando el techo tal cual como se veía en 1965, treinta años después de la última restauración a la que había sido sometida.
Esa visión fue radicalmente contrastada cuando en 1979 se iniciara la última restauración del techo, que cambiaría esta vez sí, y para siempre, la mirada al gran maestro renacentista.
La Revolución Industrial les dio en gran medida un salvavidas a los artistas al poner sobre la mesa los colores que necesitaban ahorrándoles el dispendioso tiempo que antes se requería para prepararlos, pero además encapsulando por primera vez esa nueva miríada de tonos para su fácil transporte y conservación.
La luz había pasado a convertirse en el principal elemento de la obra, con sus cambios abruptos durante el día, durante las estaciones, o de acuerdo a la proveniencia septentrional o meridional del sol que los iluminaba.
En este aspecto el libro es único y representa una garantía de que los conocimientos del artista han sido puestos en uso.