El término domacio ha sido definido desde dos puntos de vista principalmente: el biológico y el morfológico.
Los domacios fueron considerados inicialmente como estructuras morfogenéticas, es decir, que su formación en la planta es independiente de la presencia del animal hospedante (Barros, 1961; Wilkinson, 1979; Brouwer & Clifford, 1990; en Romero et al., 2015).
Los tricomas que forman el domacio son glandulares, el tipo presente depende de la especie.
El refugio brindado por los domacios puede consistir en abrigo y/o espacio para la oviposición (Fiala & Maschwitz, 1992; Romero & Benson, 2005; Tillberg, 2004; Agrawal & Karban, 1997; en González, 2011).
[8] Existen mecanismos interesantes que favorecen la asociación mutualística entre las plantas y los artrópodos en cuestión, los nectarios extraflorales (NEFs), mediante los cuales las plantas brindan alimento a sus hospederos y en compensación, éstos brindan protección contra los fitófagos (Bentley, 1977; Rogers, 1985; Heads, 1986; Oliveira et al.
Por ejemplo, los entrenudos no ocupados por hormigas proveen sitios de anidación para avispas y abejas solitarias o subsociales, así como refugio para otros invertebrados.