Dolor y gloria

Crespo le presenta a Salvador el consumo de heroína.

Al tomar la droga, Salvador revisita algunas de sus experiencias de la infancia: cómo se muda a una casa cueva encalada con su padre (Raúl Arévalo) y su madre Jacinta (Penélope Cruz), donde un trabajador local (César Vicente) aprende a leer y escribir bajo su tutela.

La asistente de Salvador le entrega una invitación para asistir a una exposición de arte y se reconoce a sí mismo como el niño en una pintura en exhibición.

El trabajador se detiene para dibujar a Salvador sentado al sol, luego dice que necesita bañarse.

Salvador se va a acostarse en su cama, sudando por el calor, y se desmaya por la insolación cuando busca una toalla para el trabajador (aunque esto podría ser una metáfora de la homosexualidad del niño que aparece al ver al trabajador en todo su esplendor, desnudo durante su ducha en mitad del patio).

La asistente de Salvador dice que sería fácil encontrar al trabajador nuevamente a través de Google o preguntando en la aldea, pero Salvador descarta la idea como demasiado descabellada, a pesar de las diversas coincidencias que ya habían surgido durante la película.

Pedro Almodóvar confirmaría que el punto de partida en la escritura del guion de Dolor y gloria habría sido su propia vida, constituyendo el filme una autoficción.

[10]​ La escena final, la honestidad como narrador, el dominio de las transiciones temporales en un flujo discontinuo que dota a la cinta de una perfecta armonía interna… Nuestra crítica Beatriz Martínez solo ha encontrado una pega: “Que alguien intente buscarle fallos a una película redonda”.