[1] Mientras que algunos analistas han aplicado la doctrina en oposición a los gobiernos establecidos por la revolución, este uso no está generalizado, y su invocación por lo general implica violaciones de tratados internacionales.
UU. hasta que el reconocimiento internacional formal de los estados bálticos como independientes en 1991.
Así el presidente Woodrow Wilson rehusó reconocer los gobiernos revolucionarios mexicanos en 1913 y las demandas de Japón en China en 1915.
Era evidente que apelar al espíritu del Pacto Briand-Kellogg no tuvo impacto ni para los chinos ni para los japoneses, más aún cuando el Presidente Hoover afirmó que no apoyaría sanciones económicas como medida para llevar la paz al Lejano Oriente.
La declaración tuvo varios efectos materiales en el mundo occidental, el cual se vio afectado por la Gran Depresión, y Japón pasó a bombardear Shanghái.