Sin embargo la superiora resistiéndose y probando si la aparición no fue un delirio de Sor Magdalena, decidió hacer caso omiso del hecho, pensando si fuese auténtica la intención de la Santísima Virgen insistiría con su advocación.
La tomó y la llevó a la madre superiora para que le autorizara realizar la imagen de la Divina Infantita con la cabecita del ángel.
Después de la insistencia la abadesa le concedió el permiso, llamaron a un buen escultor, explicándole cómo era la aparición que ella había visto.
La imagen quedó preciosa y radiante tal cual la había visto durante su visión.
En ella le tenía juguetes, dulces, flores, etc., mil primores como si la imagen fuera una niña viva.