Dioses domésticos

El cabeza de familia o paterfamilias era el encargado del culto.

En los primeros tiempos había un solo dios, Lar, pero después pasaron a ser dos.

Como los romanos temían a los muertos, les llamaban con este nombre que significa "buenos" y les tributaban culto a fin de ganarse su protección y evitar que se convirtieran en espíritus maléficos, a los que llamaban Larvas o Lémures.

Se le tributaba culto el día del cumpleaños de cada uno con una ofrenda sencilla: flores, incienso, vino, pasteles.

Como en los casos anteriores, también las ciudades tenían su Genio privado, el de Roma era tan misterioso que ni siquiera se sabía con seguridad su sexo, por lo que se le invocaba siempre con la fórmula siue mas siue femina, "ya seas varón, ya seas hembra"