Sin embargo, en las últimas décadas se ha expandido rápidamente a otros países e incluso al Hemisferio Sur (Nueva Zelanda en 2004, Chile y Argentina en 2010).
Sus blooms o floraciones algales se presentan como un tapiz de marrón a beige con aspecto lanudo que invade el fondo principalmente de ríos, aunque también lagos, ocasionando graves daños ecológicos y económicos.
La otra forma es una célula pelágica individual, que vive principalmente en el fitoplancton, flotando en la columna de agua.
Sus células son simétricas a lo largo del eje apical, poseen rafe que les permite moverse por las superficies y poros apicales a través de los cuales secretan el tallo de mucopolisacáridos.
Existe controversia sobre de dónde es nativa esta diatomea pues ha sido reportada en lagos oligotróficos europeos en el siglo XIX.
Sus mayores impactos han ocurrido en el hemisferio austral, siendo frecuente en Nueva Zelanda, donde llegó como una especie introducida que causó millonarios daños en bioseguridad y turismo, cubriendo más de 150 ríos de la isla Sur.
Diversos factores facilitan la propagación de la didymo, siendo el que genera más consenso en la comunidad científica, es el transporte humano.
Por estos motivos las acciones se centran en evitar la propagación especialmente en aquellos países que han sufrido los mayores blooms, como es el caso de Nueva Zelanda.