Originalmente, entre los siglos XIV y XVI, se buscaba la forma de calcular la temperatura pero no sabían cómo hacer realmente para saberlo.
En Venecia, bajo el mecenazgo de los Médici, muchos como Galileo y Leonardo Da Vinci trataron de lograr un instrumento que sirviera para ello.
Así dijo: «Vivimos en el fondo de un océano del elemento aire, el cual, mediante una experiencia incuestionable, se demuestra que tiene peso».
Tras ello muchos continúan estas investigaciones y finalmente Raffaello Magiotti consigue fabricar el antecesor directo al diablillo de Descartes y lo plasma en su obra Renitenza Certissima dell Acqva alla compressione.
El Ludión o Diablillo de Descartes (nombre del cual se desconoce su origen) es normalmente curvado, para provocar que el movimiento ascensional lleve asociado un giro.