En 1638, Zurbarán pintó —para el Monasterio de Guadalupe— la Misa del padre Cabañuelas, demostrando su destreza y su capacidad para representar temas inéditos.
[1]Al año siguiente se le encargaron a Zurbarán otros siete lienzos para dicha institución, siendo la presente obra uno de ellos.
Después de una larga vida monástica, en 1416 presagió su muerte, habiendo pedido perdón a sus hermanos por sus faltas, como se representa en la presente pintura,[4] La composición está estructurada por un conjunto de diagonales que se cruzan en el rostro del protagonista.
Al otro lado, un monje anciano, casi calvo, está con una postura parecida a la de fray Carrión.
A la izquierda del lienzo y en segundo plano, otros tres religiosos parecen comentar el hecho, con más curiosidad que con admiración.